Monday, March 14, 2011

A veces

A veces me da tanto trabajo entender ciertas cosas..se me nubla el cerebro, y a los pensamientos y a la razón les da como una especie de catarata líquida, un moquillo hidráulico q vuelve todo viscoso, como una lluvia fría, ácida y fría, o una neblina que no te deja ver aún con los ojos cerrados.

Me explico. Nunca entendí que no estaba solo hasta que estuve solo, rodeado de recuerdos y fantasmas, de grises y de sombras y de secretos, gritados a voz de tenor, que se metían entre los resortes de la cama y la hacían sonar como un coro metálico y abrasivo cuando nos perdíamos en el colchón.

Tampoco entendía porqué todo el amor que tenía para ofrecer nunca encontraba sitio, y andaba siempre merodeando entre aquellos sueños de noches bohemias y de luna llena, de adoquines, paredes garabateadas, besos fugaces y de orinar en la acera.

En fin, aún me da trabajo entender ciertas cosas, descifrar tantas otras, quitarme los prejuicios de la cabeza y dejar, aunque sea un ratico, la maldita razón y la enumeración de lado, la lógica, el sentimiento, lo que sale del cerebro con sabor de corazón.

Y es que a veces pienso que la vida es eso…un tratar de entender inacabable, una sucesión de problemas y supuestas soluciones, la raíz cuadrada de miles de momentos tiernos elevados a la potencia de palabras y besos que Pitágoras bautiza como catetos, y que son hermanitos de una hipotenusa.

Que cada acción/ reacción lleva también su dosis de emoción dentro, y que los sentimientos a veces son tan fuertes que dejas de sentir, y simplemente se vuelven o parte de tu sangre o algo tan pasajero como el vuelo de una mosca.

Que a veces esos mismos sentimientos te hacen tan fuerte que eres capaz de soportar lo insoportable, desarrollar una paciencia ilimitada y hasta sonreír en los momentos más duros, o te hacen llorar como un niño oyendo una canción o viendo una película.

En fin, y por segunda vez, que toda esta perorata de entender o no entender, de saber o no saber, de hacerse el rubio o poner las neuronas a funcionar, me ha llevado a la conclusión de que hay cosas que es mejor ni entender, que la lógica no se lleva con los asuntos viscerales y que la ceguera, aún parcial, del alma ante algunos sentimientos, es a veces la mejor armadura que podemos usar para no sufrir. Que está bien que no me quieras, que está bien que no te quiera y que el pasado y el presente aunque estén en a misma hoja, siempre estarán en diferentes páginas, en caras opuestas, que uno da paso al otro, y que la señal de PARE la pone cada uno donde quiera.

En fin, y ya la tercera es la vencida, que vivir para entender y entender para vivir a veces hay que hacerlo al mismo tiempo, aunque al final ( y éste SI ya es el final ) sigas sin entender nada…y ni siquiera te importe.
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