Tuesday, February 10, 2009

Puedo contar historias, y no las cuento.
Puedo escribir relatos, y no lo hago,
porque de algo han servido tantas noches sin sueño,
tanto esperar a la Nada en silencio.
Puedo pintar memorias y dibujar momentos,
y colorear con grises cada uno de mis sueños,
mezclar en mi paleta el color exacto del favor
del sabor de los besos...porque aún lo recuerdo.
Puedo escribir poemas, cartas y musarañas
que jueguen a rimar, que se mezclen con el papel
en una orgía silente, descabellada y cruda,
sin juicio y sin sentido, sin tiempo y sin final...
pero ya no me atrevo.
Y he metido en una jaula, bajo llave y candado
los recuerdos, ya ajenos.
Y he cerrrado la jaula, bajo llave y candado
sin ni siquiera oir el murmullo despierto,
el sonido perfecto, el lullabye siniestro de un ayer placentero.
Ahora, guardo silencio.
Ahora ya mis palabras, acciones, pensamientos
van tras otro destino, que a la vez de ser incierto
no deja de ser nuevo.
Ahora guardo silencio.
Ahora borro el reflejo del espejo,
y solo guardo silencio.
Un silencio elocuente que escapa a mi reflejo,
que se mete en mi piel, desgarrándola por dentro,
que hace que cada nervio de este cuerpo en proceso
reclame oxígeno, aire, agua y pocos excesos
para nacer de nuevo, inventando su reflejo en otro espejo.
Guardo silencio, callo.
Cierro la boca y no me arrepiento.
Porque, a grandes proezas, preceden los silencios.
Porque a grandes momentos, de esos que marcan tiempos,
se anteponen palabras tragadas hacia adentro.
Porque hay que morir, para nacer de nuevo.

040209

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